miércoles, 24 de diciembre de 2008

37 Festival Internacional de la Pija

Este post es un berrinche. Una queja frontal y directa a los hijos de 100 platos voladores sobrevolando el Uritorco REPLETOS de putas como el subte a las 8:30 de la mañana, que van al gimnasio donde voy.
Era hora de descargarme así que lo voy a hacer.
Las personas que han escuchado con atención mi relato me han apodado de maricón, de nena, de quejoso, de pelotudo. De los primeros adjetivos no me quejo, pero todo tiene un límite. Yo seré un pelotudo de ley, pero lo que hoy aquí expongo no me hace merecedor de tal adjetivo.
Mi amigo Becker y yo concurrimos a un harapiento gimnasio del harapiento barrio de Parque Patricios 3 mediodías por semana, cuando se puede. El gimnasio cuenta con un vestuario para las nenas y un vestuario para los nenes. Claramente desconozco el vestuario de nenas, por lo que imaginarán que lo que narraré aquí transcurre en el vestuario de los nenes. El vestuario cuenta con 32 lockers que rodean la periferia de la habitación, todos con un candado y una cerradura aparte. En el centro del habitáculo hay 4 bancos largos de madera donde uno puede sentarse para cambiar las vestiduras. Más allá, se encuentran las duchas. Consta de otra mini habitación adjunta a la última descripta pero sin ninguna separación ni distinción más que el color de los azulejos. De lo alto de la pared, cada 80 cm cuelga una ducha y a la altura de la cintura dos manijas, una de agua fría y la otra de agua caliente.
El horror no me deja describirlo con la precisión que lo haría Tolkien así que simplemente espero estar expresandome bien. Lo que quiero decir es que no hay tal cosa como mamparas, cortinas, biombos, nada. Nada divide una ducha de la otra, por lo que "las duchas" no es más que una parte de la habitación donde sale agua.
Bien, este podría ser el problema mayor, pero no lo es. No señor, no lo es.
Nos sucede a menudo que Becker y yo ingresamos a cambiarnos y somos obligados a presenciar un espectaculo dantesco y horroroso, ni siquiera concebido por Jess Franco en sus sueños más oscuros. Somos obligados a padecer la falta de pudor de los demás concurrentes. Hombres grandes, supuestamente decentes, libres de todo pudor, sacudiendo sus mangeras al ritmo de una tenebrosa e imaginaria sonata diabólica del infierno.
Estos personajes, amasijos de panza y pija, se regodean en su desnudez y hacen lo peor que pueden hacer en una circunstancia de esa índole: conversar. Conversan. Conversan en pija, conversan constantemente. Deciden abandonar las ropas, renunciar a la decencia que le otorga a un hombre de bien ser poseedor de unos buenos pantalones. Renuncian a la dignidad. Renuncian a la hombría. Por el simple hecho de conversar entre sí, dejan de vestirse y así se quedan, largos minutos, interminables minutos.
Esto no es lo peor. Han llegado al punto de HABLARME A MI. Tuve que contener el horror hirviente que estaba apunto de ebullicionar desde mi boca hacia el exterior, tragármelo y contestar, como si mi interlocutor de una persona se tratara.
Estos individuos son capaces de pararse delante de uno y sarandear su salchicha con tal de conseguir una conversación. Es como un código que tienen, es como si se la mirasen, como si se las midiesen, orgullosos. No termina allí el horror, sino que también uno debe verlos charlando en las duchas, uno PEGADITO al lado del otro.

PIJUDO 1
Seee, lo que pasa es que mi jefe es un chanta vistes (mientras se enjabona la pija)

PIJUDO 2
Y hacela respetar, qué se piensa. El domingo voy con mi jermu a lo de mis suegros, que garrón (mientras se frota el ano con el jabón)

PIJUDO 3
Yo a mi suegra la tengo cortita, si le das mucha confianza se mete en la pareja vistes (mientras sacude su pija bajo el chorro de agua).


Señores, yo seré un maricón y un quejoso, pero eso es una MIERDA. Hay veces que entro al vestuario y no alcanza con clavar la vista en el piso. El otro día estaba sentado en un banco poniéndome las medias y con la vista clavada en el piso ya que había 3 pijudos conversando y uno me pasó por adelante... pasó su salchichón a 3 centímetros de mi cara!!! Lo único que falta en ese vestuario es un cartel en la puerta. Una cartulina blanca adoronada con letras reecortadas de cartulinas de otros colores, con moños y brillantina. Plasticola de colores que adornen y subrayen las palabras. Un bonito cartel que diga: "BIENVENIDOS AL TRIGÉSIMO SÉPTIMO FESTIVAL INTERNACIONAL DE LA PIJA".
Seré una nena pero tengo dignidad. Seré un maricón pero tengo decencia y honor. Soy un maricón intelectual, no puedo mantener una conversación con alguien que está frotando su miembro a mi lado. Es cuestión de respeto. Es respetarse a uno mismo y respetar al otro.

Desde la más profunda indignación los saludo. Me voy a bañar... solo.




GLOSARIO

PIJUDO: Hombre que exhibe su pija sin pudor alguno. Nada tiene que ver con las dimensiones.

jueves, 11 de diciembre de 2008

No es un blog, qué es?!

Es un pájaro. Es un avión. Es una locomotora. No me gustan mucho los blogs. He empezado a leerlos hace poco, me llama mucho la atención como todo el mundo escribe pensando que alguien más lo va a leer, y salvo que ese blog tenga difusión inter-mediática en diarios online, nadie los lee. Cada vez que intento leer el blog de alguien conocido o amigo realmente nunca puedo terminar, ni siquiera por simpatía. Este, será otro de esos casos (los únicos blogs cuyas entradas he podido leer serán puestos en los blogs amigos, links, o como quiera que se llame en este sistema de B.). En fin, creo que estadísticamente, en la internet, debe haber 3 blogs cada 2 personas. De hecho intenté ponerle un nombre más divertido a este pero estaban todos tomados, al ingresar, estaban vacíos...pero existían.
En fin, estoy haciendo precisamente lo mismo de lo que me quejo; por eso aclaro que esto no es un blog, aunque lo sea, no lo es. Para (fiel a mi estilo) llevarle la contra al mundo. Eso es algo que todos hacemos a menudo.
Ya me está dando vergüenza y fastidio escribir esto. Así que me voy a comer porque tengo hambre.