lunes, 14 de mayo de 2012

Rogelios hijos de puta.

Rogelio trabaja en una oficina. De lunes a viernes de 9 a 18. Rogelio no es feliz con su trabajo, pero goza de esa comodidad venenosa que le brinda un trabajo fijo, medianamente bien pago y con ciertos beneficios que deberían darse por descontados pero que en este desafortunado país, son un lujo: trabajo en blanco, obra social, cuenta bancaria, solvencia financiera, aportes jubilatorios, etc.
Rogelio odia a su jefe... y su jefe lo odia a él. Ambos piensan en el otro como un mal necesario y la relación, luego de 10 años ya es bastante rutinaria. Como consecuencia de la conflictiva relación,  Rogelio sufre cada vez que tiene que ir al médico, hacer un trámite, o ir a buscar esa comprita que hizo por MercadoLibre; pues debe enfrentar a su jefe ni más ni menos para negociar su alma a cambio del permiso para poder ausentarse en el día y horario indicados. A veces inventa una excusa, a veces enferma a la abuela y otras veces aprovecha que el jefe está de vacaciones. Sin embargo, la mayoría de las veces dice la verdad y, con ojos y dientes apretados, busca obtener el permiso de su jefe sin sufrir daños importantes a cambio. Lo logra, pero no puede sacarse de la mente la cara del jefe. Cara de "me debés una, te tengo.... no me podés decir que no". El terrible precio que ha de pagar por romper las reglas y atender sus necesidades individuales, tiene turno con el oftalmólogo y el consultorio no tenía otro horario de acá a 3 meses.
Años más tarde la empresa donde Rogelio trabaja es expropiada por el Estado Nacional. Lo echan, pero tiene suerte. Rogelio consigue un buen abogado y logra sacarle al Estado la indemnización que le corresponde. Luego de 10 años la suma es jugosa. Rogelio decide cumplir el sueño de su vida y pone un negocio de figuras de acción, comics y merchandising relacionado a los mismos en Villa Crespo. Al principio le cuesta hacer pie y recuperar la inversión. Justo cuando empieza a sentir que desperdició la única oportunidad en su vida de invertir dinero en algo, descubre que si vende por Mercadolibre triplica el volumen de venta. Al no depender más del tránsito callejero para poder vender bien, Rogelio vuelve al horario origina de la tienda: Lunes a Viernes de 10 a 18.

Francisco trabaja en una oficina. De lunes a viernes de 9 a 18. Es feliz con su trabajo, pero odia a su jefe y su jefe lo odia a él. Es el cumpleaños de su hijo y consiguió por MercadoLibre el muñeco de Iron Man que este tanto le pidió, ¡Y 200 pesos más barato que en el local que está a dos cuadras de la oficina!. El tiempo apremia y sabe que deberá apurarse si quiere llegar a tiempo para comprar el muñeco y soplar las velitas con su hijo. Francisco se comunica con el vendedor. Al otro lado de la línea, Rogelio le comunica sus horarios: de Lunes a Viernes de 10 a 18.
Francisco aprieta los dientes, los ojos y se dispone a negociar su alma con su jefe.



Esto va dedicado a todos los Rogelios y a todos los Franciscos del país. Está mal gente, el sistema está mal. Para comprar hay que cobrar, para cobrar hay que trabajar. Si el que te tiene que comprar a vos, cuando vos estás disponible para vender, está ocupado trabajando (para ganar, para poder comprarte) es muy difícil.

Ponete las pilas Rogelio. No te olvides que durante 10 años sufriste cada vez que tenías que ir al médico, a hacer la transferencia del auto o a sacar el DNI. No seas forro.